domingo, 26 de noviembre de 2017

Mallorca otoñal.

Acabó el verano, y como cada año al llegar el mes de Noviembre cesa la riada de turistas que llenan esta isla, con el frio renace la verdadera Mallorca. Desierta la pequeña Babilonia de Magaluf, sus ingleses borrachos y pendencieros, sus putones de barra americana, las "happy hour" y todo lo que este tipo de turismo conlleva.
La Babel de lenguas se reduce a las dos normales , el castellano de los que vinieron a ganarse el pan desde otras tierras y el mallorquín local.
Aferrado a su tierra como las raíces de los olivos de Tramuntana, los que pueden piensan en "ses matançes", fin del cerdo criado en la "Cort de Moro" a base de hierba, higos, hojas de chumbera y frutos de la misma.
Poco a poco, desaparecido el turista, que se hace el amo de todo durante su estancia, el pueblo de la isla recupera poco a poco su espacio.
La costa ya no alberga alemanes deseosos de sol y playa, los pescadores de caña ocupan su lugar con la esperanza de obtener la dorada o la lubina de sus sueños; es el tiempo en que la poseidonia se toma un merecido respiro de anclas incívicas a las que importa un ardite la conservación del fondo marino de la isla, demostración de lo poco que les importa a las autoridades todo aquello que no sean ingresos.
Descanso de miles de trabajadores de la hostelería, a costa del subsidio de desempleo pactado con el Estado, mientras sus amos siguen llenándose los bolsillos con sus hoteles en el Caribe; todos pensando en si habrá un mañana con empleo.
Vuelve la Ciutat calmosa y calmada, con las humedades invernales en los jardines de la Almudaina, la alfombra cobriza de hojas de platanero de sombra en el Paseo del Borne, el vacío de la Plaza Mayor sin sus estatuas vivientes, ni sus músicos de charanga y gorrilla.  En breve se iluminaran las luces navideñas y se montaran las casetas de venta de motivos y belenes.
Es ahora cuando Mallorca vuelve ,al fin, a ser Mallorca y mira a sus auténticos dueños, la gente sencilla que vive aquí todo el año.
Mi Mallorca más querida.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Noviembre, Domingo, Ocaso

Un sol perezoso de invierno con ganas de ocultarse ha abandonado el escenario, lentamente las farolas de luz anaranjada van ocupando su lugar, pequeños soles de artificio de luz lenta y fría.
    Los rótulos luminosos de las tiendas relucen bajo la luz aún mortecina, reclamando clientes para mañana, hoy es domingo; algunas cafeterías llenan de luz la calle con sus terrazas los viandantes acuden a ellas como polillas a la luz.
    Es domingo y son más de las seis, el momento en que el fin de semana empieza a morir, las sensaciones de lo que hubieras querido hacer y no has hecho se apelotonan.
    Unas decenas de personas apuran, bajo las luces léd de la terracita en la que escribo estas líneas, sus últimas horas de asueto; en breve volverá la rutina de la semana; preparar el almuerzo del día siguiente, dejar todo listo para el desayuno, la cafetera preparada, la búsqueda nerviosa de lo que hay que llevarse.
    Estas son las horas en que el fin de semana se quita el vestido de faralaes, cuelga la mochila, la tabla de surf o la bicicleta de montaña y se viste con el traje gris de la melancolía. Repasas lo que has hecho con tu vida las pasadas treinta y seis horas, que has dejado por hacer y empiezas a pensar en el fatídico lúnes que llega ¿y cuando vuelve a haber una fiesta o un puente? Nada hasta Diciembre, mentalmente sueltas un taco y a continuación te engañas a ti mismo; bueno, no falta tanto para Navidad.
   Lío un cigarrillo, maldito vicio, y le doy un sorbo al café con leche que me ha servido una sonrisa de ojos negro noche, dejo volar la imaginación hacia la figura que emborronará el próximo lienzo, sopeso las opciones para representarla ¿acrílico, óleo, acuarela?....acrílico , pero ¿espátula o pincel? Decididamente espátula, será impresionismo...a mi manera. Nubes de surrealismo cruzan por mi mente, jamás deberían haber exhumado el cuerpo del genio de Figueras, Dalí lo llena todo de visiones fantasmales y mundos paralelos desde entonces.
    Apuro el cigarrillo y finiquito el café con leche, miro a mi alrededor a la gente que saborea lo mejor que puede las últimas horas de este domingo de noviembre.
    Decididamente no hay queja, ha sido un buen fin de semana.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Querida Caliope y Compañia.

Tiene guasa el tema de la inspiración, de repente las ideas se agolpan en tu cabeza o no aparece ninguna; la inspiración como el amor cuanto más lo buscas menos lo encuentras.
   En uno de esos días faltos de algo que llevar al papel pensé en las instigadoras de la inspiración, las Musas, ya que han inspirado a tantos porqué no a mi, me dije...averigua sobre ellas y fuí de cabeza a la wikipedia pasando por el sacrosanto google, bueno luego tuve que rehacer la búsqueda porque si pones "Musas" te aparece de todo menos las de verdad, las clásicas. Y así encontré la explicación y un cuadro donde se mostraban todas ellas, digamos que cada época tiene lo que se llama "su canon de belleza", desde "Las Tres Gracias" hasta las modelos con más hueso que carne de no hace mucho, y el de la época en que se pintó el cuadro es de la talla XXXL. A fin de cuentas animales somos, en algunos casos racionales, y las hormonas bailan según el ritmo que les marque el siglo, así que los gustos van cambiando quizá por aquello de que exista la diversidad de formas y luego ya te las apañas para sobrevivir así como puedas.
Total que llegados a este punto de cavilación pensé ¿Que ocurriría si unas de esas Musas se paseara por la actualidad? Imagínense la situación, por ejemplo Caliope asistiendo a la revisión médica :
Enfermera - Hola, buenos días, súbase a la bascula.
Caliope - Voy
Enfermera - ¡Por Dios! ¡85 Kg! ... a ver que la mida...1,55mts ¿solo, con ese peso? Mal vamos
Le toma la medida del abdomen, la del brazo y calcula su I.M.C (Indice de Masa Corporal) ...a ver....peso dividido por altura al cuadrado.... ¡35,37!
La enfermera pasa los datos al médico que la mira entre preocupado y socarrón...
Médico - Así que nos gusta comer bien ¿eh?
Caliope - Dieta mediterránea, doctor.
Médico - Si, claro, la parte de los dulces fritos y chorreando azúcar o miel; supongo que de ejercicio nada ¿verdad?
Caliope - Hombre doctor, soy musa y no da tiempo para todo.
Médico - Eso son excusas, se levanta usted a las cinco de la madrugada y verá como tiene tiempo. Está Vd. en el límite de la obesidad morbida, señora.
Caliope - ¡Señorita!
Médico - Nada, nada, ahora la enfermera le dará una dieta de mil calorías y me la sigue a rajatabla...s e ñ o r i t a.
Enfermera - Aquí tiene estas hojas con los menús de dos semanas.

Caliope mira las hojas...primer día , desayuno una rebanada de pan integral con un aroma de margarina y una sombra de mermelada dietética; a media mañana una pieza de fruta, para el almuerzo una hoja de lechuga sazonada con limón, medio boquerón simulado con tofú (a la plancha sin aceite), una aceituna y para beber un zumo de cardos salvajes.....
Mejor no seguir leyendo, piensa Caliope, que se viste y sale de la consulta a toda prisa no sea cosa de que se les ocurra una dieta de 500 calorias.
Menudas ideas tiene Zeus, piensa, mira que enviarme a esta época de locos...a ver como reparto yo inspiración comiendo esa porquería... Se da cuenta entonces de que aún va con su toga, mejor un cambio de ropajes se dice, al igual viene de ahí el problema de imagen.
Al pasar por una tienda con nombre de fruta tropical ve unos vestiditos muy monos y decide entrar, las caderas de todas las dependientas sumadas no dan la talla de la suya pero bueno...decide pedir una talla 54, su talla de toda la vida y que además a los griegos, los romanos y los iberos les ponía una barbaridad. Entra decidida en la tienda y le atiende una dependendienta de la talla 30, con un wonderbra +5 y con más pintura que el cuadro de las Meninas.
Caliope - Buenas quiero ese vestidito.
Dependienta - ¿Es para Vd.?
Caliope - Si, claro
Dependienta - Verá señora es que aquí solo tenemos hasta la talla 36, a partir de ahí no hay nada.
Caliope - ¿Talla 36 ? Pero, y el resto de personas como yo , las que inspiramos a los artistas,  como se visten...
Dependienta - Pues un poco más abajo hay una tienda para gor... , perdón, señoras de su talla. Tienen hasta la XXXL y más allá una de Prenacimiento que al igual también le sirve...

Caliope se queda meditativa...talla máxima 36...¡pero si eso en mi época solo lo llevaban niñas de menos de doce años y flacas! Agradece la información y sale de la tienda, se siente desplazada y un tanto harta... además le ha llamado "señora" como si fuera una mujer mayor, ella que siempre tuvo, tiene y tendrá treinta añitos....empieza a sentirse deprimida y decide que mejor volver al Olimpo. Una vez allí duda entre pedirle a Zeus un sicólogo argentino o un morenazo cubano, decide que mejor que la llamen "mi amol" a que le calienten la oreja así que morenito al canto, que eso da mucha alegria y ya puestos que Zeus, envie una maldición a los diseñadores de moda, agentes publicitarios, campañas de dietas milagro y demás implicados en hacer que se sienta mal.

Pero Zeus va más allá, decide castigar a la humanidad y ordena a Polimnia que inspire algo terrible, un himno que confunda a la raza humana, que suene hasta el hartazgo, que se repita sin tregua millones de veces en todos lados, como un eco sin fin  y de ahí salió
                                           ..."Despassito...." !!!








miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Dónde quedó la infancia?

Hoy por hoy sólo se ve la infancia en las entrada y salidas de los colegios, rara vez jugando en las plazas de algún pueblo o de alguna barriada afortunada y te preguntas ¿dónde quedó la infancia? Esa que vestía pantalón corto hasta el día de la primera Comunión, que jugaba en la calle al escondite, al guá, al "churro, media manga..." , a "tocar y parar", a la comba, al "piso", o que pateaba un balón y la espinilla del vecinito, el cambiar cromos; los locos por el fútbol (en aquella época balonpie) los de los jugadores de los equipos nacionales, los más intelectuales los de "Vida y Color" ...aquel esqueleto al que siempre le faltaba la pelvis porque nunca "salía", o el cromo del insecto raro.
       No existían las "actividades extraescolares" existían las "permanencias" , el tiempo que te guardaban en el "cole" hasta que tus padres te recogían y que aprovechabas para hacer los deberes, que no eran pocos...memorizar los ríos de España; las regiones, provincias, comarcas y ciudades más importantes; las sumas interminables, la prueba del nueve en las divisiones.
       La infancia se pasaba en la calle, con los hijos de los vecinos, con las rodillas rojas de tintura de yodo y alguna vez los codos; jugabamos con las orugas de procesionaria, perseguíamos lagartijas, haciendo el agujero en la tierra del parterre paralelo a la acera para jugar al "guá" o las canicas, una mano escarbando la tierra la otra sujetando la merienda. Escuchabamos los cuentos en la radio y veíamos en compañía de otros a "los chiripitiflauticos".
       Yo aún recuerdo los nombres de mis amigos de infancia, "Toniet" flacucho y esmirriado pero listo como el solo, "Agustí" su primo , "Pedro" el hijo de la peluquera que llegó a profesor de la academia en que todos estudiabamos, "Juan Carlos" que terminó en un reformatorio.
      ¿Qué recordaran los críos de hoy, la marca del televisor, la mochila de Dora, la versión de video-consola, el último juego o el modelo del primer móvil con la manzana mordida que les compraron?
      El tráfico urbano, los padres sin tiempo libre, el urbanismo interesado, la inseguridad, el exceso de celo han convertido la infancia en la fruta que ya no madura en el árbol sino en la cámara de conservación, la han enclaustrado entre paredes y le han dado una realidad virtual que vivir.
     La sociedad ha avanzado, sí, pero habría que preguntarse si lo ha hecho siempre para mejorar, mirar atrás y conservar lo bueno del pasado, aquel pasado en que la calle eran de la infancia, los bancos al sol de los ancianos y los abuelos paseaban a los nietos en vez de al perrito de la nuera.
    Hoy he visto por enésima vez al mismo abuelo, chino, inseparable de su nietecito, los padres regentan una tienda y el cuida a la criatura; en sus ojos se leía orgullo y amor, su sonrisa delataba felicidad; la cara del niño entrega y devoción, juega con él a todas horas, escucha sus historias y sus cuentos, pasean inseparables. Cuando llora no le da el móvil para que se distraiga o para que lo deje en paz, sus juguetes son los más simples que se puedan encontrar y el niño deja de llorar, sonríe y siguen su camino.
    Hemos avanzado socialmente pero hemos olvidado la infancia y lo importante que es para el futuro de la sociedad, hemos perdido la niñez por olvido y eso nos puede salir muy caro.