domingo, 8 de octubre de 2017

Un ocho de octubre

Un sol templado alumbra mi paseo a primera hora de la mañana por este pueblo, que se resiste a ser un barrio palmesano más, las calles están desiertas aunque son ya las nueve pasadas. La altura contenida de sus viviendas, con jardín delantero, y el aire fresco hacen el paseo agradable; de vez en cuando el vestigio del pasado no muy lejano, un huerto mediano con nísperos, limoneros, almendros, higueras, granados,mandarinos y naranjos; enloquecidos todos ellos por el clima, naranjos con frutos verdes pintados de tiznes naranja, otros en flor con su aroma de azahar, la acidez de la flor del limonero y alguna flor roja de granado entre el verde. Las omnipresentes chumberas muestran sus higos de colores del verde al morado.
    De los pequeños jardines asoman jazmines perfumados, la explosión de color de las buganvilias, calas de colores amarillos e irisados rojos, lirios de comunión, enormes costillas de Adán, enredaderas jaspeadas de pequeñas flores violetas, amarillas o rosas mientras las acacias o los olmos, según la calle, dan la sombra necesaria para no padecer el calor del sol que sigue levantándose perezoso. Las sombras se acortan y me voy hacia la plaza de la iglesia, donde la avenida principal empieza a bullir, me siento ante un café con leche en una de sus terracitas, llena de familias que desayunan mientras parlotean sin control de su voz, gritan, en la mesa de al lado discuten por una herencia; mientras yo escribo estas líneas en mi cuaderno.
    Hoy es ocho de octubre de 2017, mañana quizá se declare la independencia en Catalunya, lejos ya de la declaración de Lluis Companys y Francesc Maciá durante la Segunda República Federal, un seis de octubre de 1934...Dios dirá.

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